- Lunes, 13 Febrero 2012
La propuesta de valor que ofrece la evaluación a largo plazo (LTE) a la industria de comunicaciones móviles es muy ventajosa. Las redes LTE son mucho más fáciles de operar, ya que proporcionan telecomunicaciones con la oportunidad de reducir sus niveles de gastos operativos. Provistos de velocidades de datos mucho más altas (potencialmente superiores a 100 Mb/s), los abonados podrán beneficiarse del acceso a un espectro más amplio de funciones y prestaciones, lo que a su vez permite a las compañías de telecomunicaciones generar más ingresos procedentes de su clientela. La empresa de estudios de mercado Infonetics pronostica que, en el año 2015, los suscriptores de LTE habrán superado el umbral de 290 millones, mientras ABI Research prevé que haya unas 600.000 estaciones base operando en todo el mundo en aquel momento. Pero incluso ahora que los primeros despliegues están en marcha, Mike McHale, de Livingston, y Jonathan Borrill, de Anritsu, piensan que siguen existiendo interrogantes serios acerca de esta tecnología y la viabilidad de su uso.
Calidad y cantidad
Según un informe elaborado por Infiniti Research, el mercado mundial de infraestructuras que soportan las comunicaciones móviles LTE tendrá un valor de más de 11 mil millones de dólares en 2014. LTE representa un cambio significativo en el funcionamiento de redes de comunicaciones móviles, con el cambio a una topología totalmente basada en IP, en vez de la conmutada de circuitos utilizada en generaciones anteriores de telefonía móvil. Esto significa que las empresas de telecomunicaciones tienen que revisar completamente su manera de evaluar la calidad de servicio (QoS). Esto permitirá una supervisión de extremo a extremo de la QoS, desde el ámbito de usuarios hasta la red troncal, ya que los encabezados para transportar información QoS se incorporan directamente a la pila de protocolos. De este modo, será posible priorizar la transmisión del tráfico de datos, basada en el acuerdo de nivel de servicio con el suscriptor y la naturaleza de los datos (si hay afectación o no por latencia). Como resultado se obtendrán nuevos mecanismos más complejos para medir la QoS en términos de disponibilidad y continuidad del servicio, y como consecuencia de ello se requerirá formación adicional para operadores.
Un pronóstico recién publicado por los analistas de la industria de iDate afirma que, hacia el año 2020, el tráfico global anual de comunicaciones móviles ascenderá a la increíble cifra de 127 Exabytes. El nivel de congestión resultante será una prueba de resistencia para la infraestructura de redes LTE. Las empresas de telecomunicaciones tendrán que utilizar Ethernet de 40/100 Gigabits para que las redes de retorno (backhaul) y de acceso puedan hacer frente a esta enorme avalancha de datos sin que se vea comprometido el rendimiento. Esto requerirá importantes inversiones a lo largo de los próximos años.
Mantenimiento de la cobertura
Será necesario implementar LTE en diferentes partes del espectro de radiofrecuencias (RF) para distintas ubicaciones geográficas: 800 MHz más 2600 MHz en Europa, 700 MHz más 1900 MHz en Norteamérica, 2100 MHz en Japón, 2300 MHz en China y 1800 más 2600 MHz en el resto de Asia. Como resultado, los fabricantes de teléfonos móviles tendrán que desarrollar modelos con múltiples antenas, para que los usuarios puedan estar seguros de tener una cobertura global. Por consiguiente, las pruebas de conformidad serán un proceso considerablemente más largo que el de las generaciones anteriores de teléfonos.
Al mismo tiempo, se usarán configuraciones más complejas de antenas en implementaciones de LTE para soportar la transmisión de entrada múltiple y salida múltiple (MIMO). MIMO significa que el caudal de datos y la cobertura de telefonía móvil se pueden mejorar sin aumentar el ancho de banda ni la capacidad de transmisión, porque la señal se transmite simultáneamente a través de varias vías diferentes. Esto requerirá mediciones más sofisticadas a realizar por ingenieros de pruebas para calcular la velocidad de la transmisión. Anteriormente, los métodos de pruebas OTA (over the air) suponían que la tasa de datos que se podría soportar estaba relacionada directamente con la relación señal-ruido (SNR) recibida; además, el alcance de transmisión mejoraría si se tuviera una vía de transmisión con visibilidad directa. Sin embargo, con MIMO estas reglas básicas ya no son válidas; por lo tanto, será necesario reeducar al personal técnico.
Otras preocupaciones
Puesto que las redes LTE se implementarán por partes, para explotar las áreas con la demanda más fuerte, los traspasos intertecnológicos entre LTE y la infraestructura 2,5/3G heredada serán constantes. Por consiguiente, las empresas de telecomunicaciones tendrán que disponer de una variedad más amplia de equipos de pruebas (para poder manejar los protocolos antiguos y los nuevos), así como de un número creciente de dispositivos capaces de manejar ambos. Probablemente GSM/UMTS y LTE ofrecen una cobertura similar al utilizar la banda de 800 MHz de LTE. Es vital que las redes tengan buenas características; así la empresa de telecomunicaciones puede seleccionar la mejor red para prestar el servicio solicitado por el usuario.
La intermodulación pasiva es otro problema serio, que surge básicamente cuando las señales procedentes de las estaciones base sufren un impacto por interferencias de RF, que se producen cuando se mezclan con otras señales inalámbricas. Este hecho ha sido una preocupación con generaciones anteriores de comunicaciones móviles, pero la distorsión causada es mucho más grave en relación con las redes LTE, debido a la alta proporción de datos transportados. En el caso de la intermodulación pasiva, una vez más se necesitarán equipos de pruebas más potentes para identificar el origen de las señales no deseadas.
Finalmente, la tecnología LTE requiere una estrategia totalmente nueva para planificar las comunicaciones móviles, que preste especial atención a mapas de cobertura y mediciones de interferencias. Mediante mecanismos de cooperación en materia de interferencias intercelulares (ICIC), será posible comprobar que ninguna célula adyacente utilice la misma frecuencia subportadora en un área de solapamiento. Pero actualmente no hay células LTE en funcionamiento en caso de solapamiento porque estas siguen estando aisladas entre sí. Por eso, en efecto, se trata de un territorio desconocido. Solamente después de activar un número significativo de células se sabrá con seguridad cómo funciona esto en realidad. Otra vez será esencial llevar a cabo pruebas minuciosas para garantizar una configuración correcta.
Evidentemente, de las diversas cuestiones planteadas en este artículo se puede concluir que la implementación general de LTE no es un hecho consumado, aunque algunos opinen lo contrario. Quienes implementen redes LTE necesitarán adquirir equipos de pruebas de gama alta para poder realizar las mediciones de modulación, caudal y espectro que sean necesarias. También será preciso que cuenten con los recursos suficientes para analizar la cobertura de telefonía móvil, realizar las pruebas de traspaso así como para verificar el cumplimiento de la secuencia de protocolos y de los protocolos propiamente dichos. Por eso las empresas de telecomunicaciones tendrán que coordinarse estrechamente con los fabricantes de equipos de pruebas y sus proveedores para garantizar su preparación para los retos que deben afrontar en materia de LTE.
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